En sus diecisiete años de docencia, el Dr. Cameron nunca ha tenido una relación inapropiada con un estudiante. Así mismo, nunca ha necesitado a una estudiante como necesita a Kaitlin.
Sus palabras dan rienda suelta a su naturaleza dominante, haciéndolo consiente de la necesidad que ha mantenido oculta desde la primera vez que Kaitlin puso un pie en sus clases.
Armado con el conocimiento de los ilícitos pensamientos de su estudiante, el Dr. Cameron realiza un juego de poder con Kaitlin, dándole únicamente la opción de convertirse en la mascota del profesor
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