El verdadero poder nunca lo tienen los hombres buenos, solo el más perfecto de los villanos. Y ella y yo somos dos villanos... La robé de su precioso cártel, y ahora ella es mi pequeño peón. Ella debería temerme, pero no lo hace. Tendré que enseñarle...
Le puse una pistola en la cabeza y me puso un cuchillo en la garganta. Damos vueltas y vueltas, provocando la enfermedad que nos consume a los dos. Jugamos nuestro retorcido juego con dulces amenazas y crueles promesas, sin dar marcha atrás. Anhelo su locura de las maneras más depravadas.
Solo una mujer tan despiadada como Camilla podría debilitarme, y le encantaría ver cómo me desmorono.
Dos personas muy malas que quieren cosas muy malas nunca están a salvo juntas.
Algunas historias de amor no tienen héroes
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